Lunes por la mañana, 11 horas, después de tomar sendos cafés con leche, la amable mesonera que les atiende todas las mañanas ha retenido un poco a Benito y a Lobo, por lo que se dirigen, algo separados de su grupo, de vuelta a su puesto de trabajo en una de las muchas “calles de Alcalá” que pueblan nuestro territorio. Se disponen a romper la regla sagrada del desayuno que prohíbe tratar en ese rato los temas laborales, aunque tampoco este tema lo es tanto de trabajo, sino de afición, como es este blog…
– Parece que el tema de las AIE sobre el que me comentabas que ibas a escribir en el blog no está tan claro para algunos como tú decías.
– Así es, Benito, aunque sigo pensando que la entrada que publiqué es esencialmente expositiva de lo que hay. Ciertamente no podía dejar de hacer notar ciertos puntos que resultan llamativos en el empleo de las AIE, por las inconsistencias que relataba.
– Efectivamente, Lobo. Yo creo que lo que más puede haber molestado a algunos es que se descubra un poco el juego. Aunque no se tratara de algo oculto, que hasta ha sido objeto de varias consultas, tampoco es un instituto jurídico especialmente conocido. En el momento que estos esquemas dejan de ser una cuestión reservada, empiezan a saltar las dudas y el esquema de aprovechamiento fiscal queda en entredicho. No creo que vaya a dar con la entrada del blog algún avispado que vea que hay puede tener pólvora en las manos.
– Aunque no lo dijera Cervantes, el “Ladran, Sancho, luego cabalgamos” viene al pelo. Pero me hubiera gustado que, si me critican, fuera con una crítica positiva; puedo encajar una refutación, un contraargumento al menos, y no un mero argumento “ad hominem”, que siempre es pobre, un paso solo por encima del insulto. O quien me critica no ha leído a Schopenhauer o, simplemente, yo tenía tanta razón que no encontró otro argumento ni pudo controlar su temperamento.
– No sé cómo puedes controlar el genio, Lobo, cuando alguien desmerece así un esfuerzo de poner en antecedentes sobre una relevante cuestión tributaria. Estoy seguro de que como te oyera hoy, desaprobando su dialéctica, ya no te escaparías del insulto. Seguro que te rebajaba de fiero lobo, no a pastos, sino a borrego, aunque corras más como el primero que como los otros.
– Controlarse es cuestión de práctica, sospecho; todo el mundo puede tener una opinión, pero en nuestras cuestiones lo que se debe tener es formación y dedicación, y como dice nuestro amigo Nicolás, ambas son poco frecuentes. Y nunca se sabe, Benito, igual hasta nuestra conversación llega a los oídos críticos de cualquier otra manera… Benito se ríe con ganas solo de pensarlo, avanzando ya lo que pondría un “hater” en la entrada del blog.
– Algunas críticas realizabas en la exposición, pero, realmente, ¿qué es lo que ves más criticable en este esquema? Cuéntame…
– Pues mira, apuntaba varias cosas en la entrada que me parecen muy cuestionables.
– Me parece perfectamente razonable que el legislador quiera fomentar la inversión en estos ámbitos; bueno, realmente me parece mucho más razonable en las actividades de I+D+i que en el cine o en las artes escénicas, incluso yo sustituiría estas últimas por la investigación en sanidad, pero evidentemente eso es una cuestión política que no es de lo que se trata ahora, y parece que la gente de la farándula, siempre en los medios, forma un grupo de presión mucho más organizado y fuerte que los enfermos afectados por tal o cual dolencia.
– Ahora bien, lo que me parecería más necesario es que los fondos se hicieran llegar en el momento en el que más se necesitan, que imagino que es cuando el proyecto se encuentra en sus inicios o en desarrollo, y no cuando ya se ha concluido.
– Aquí no hay financiación para el desarrollo de las actividades, lo que hay es una serie de personas que llegan, generalmente, cuando la actividad está finalizada y que con el mecanismo de traslado de . . .
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