El periódico 20 minutos, en su edición impresa del 26 de abril de 2024, titulaba Las familias de clase media dedican un tercio de sus ingresos a impuestos. El artículo se hacía eco de un estudio presentado el día anterior por el Consejo General de Economistas de España y el Registro de Economistas Asesores Fiscales sobre, en palabras textuales, la factura fiscal de los hogares españoles. Se hacían constar unas declaraciones del director del Consejo General de Economistas de España en las que manifestaba que "el IRPF es un impuesto progresivo, cumple su función". Hubiese bastado con introducir la palabra triste entre su y función para trasladar más claramente a la opinión pública la idea de los impuestos como un mal necesario que es conveniente atenuar reduciéndolo a sus importes mínimos. En esta línea, el presidente del Consejo General de Economistas hacía, según el texto periodístico, la siguiente admonición: "Seamos conscientes del esfuerzo que supone pagar impuestos".El uso de la metonimia factura fiscal, contenida en el título del estudio que se presentaba, dibuja el pago de impuestos como una relación mercantil en la que una parte paga (en este caso, el ciudadano) a cambio de recibir de la otra (el Estado) un conjunto de bienes y servicios. Utilizamos más habitualmente, en el lenguaje común, la palabra cuota o la palabra contribución para reflejar el pago que hace quien pertenece a una comunidad, una asociación o, en definitiva, un colectivo.Desde la revolución neolítica los seres humanos vivimos en sociedades complejas. La sociedad no es un conjunto de personas que habitan en un determinado lugar al mismo tiempo sino que es, más bien, un proceso. Como afirma Adorno, lo primero que caracteriza a la sociedad es "la dependencia de todos los individuos de la totalidad que forman". "En general", dice Adorno, "cada individuo tiene que realizar, para ganarse la vida, una función y se le enseña a ser agradecido mientras la tiene". Prescindir del concepto de sociedad es "un realismo poco realista". Conceptuar los impuestos como una factura que con gran esfuerzo paga forzosamente cada individuo dejando a un lado su pertenencia a la sociedad también es muy poco realista.Cuando pensamos en los impuestos deberíamos hacerlo no como si fueran un hecho aislado sino en el marco de la estructura y los procesos a los que pertenecen. La fundación Civio mantiene la web dondevanmisimpuestos.es en la que da cuenta de en qué se gasta la contribución que hacemos colectivamente al Estado. El análisis del destino de los impuestos es completamente inseparable del análisis de su cuantía y de su reparto. La decisión colectiva que supone establecer una determinada carga fiscal no es otra que la de elegir qué gastos deseamos sufragar entre todos en proporción a la capacidad económica de cada uno y qué gastos queremos afrontar individualmente.Tenemos ante nosotros, como sociedad, la tarea de organizarnos basándonos en una voluntad común que favorezca a todos de modo que podamos ser dueños de nuestro destino en lugar de esclavos de él. Afrontémosla con la conciencia de que los impuestos no son una factura por lo que recibimos cada uno, sino una contribución que nos debemos unos a otros en el reconocimiento de que cada uno de nosotros tiene una función en la sociedad que nos sirve a todos . . .
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